Por Ferdinando Regalia.
Innovar en el área de la salud tiene un impacto profundo y positivo en la vida diaria. Es más, el siglo XXI ya está siendo testigo de cómo la unión de innovaciones de bajo costo y las inversiones relevantes en tecnología avanzada pueden tener un efecto nunca visto para mejorar la salud de la población ayudando a maximizar recursos donde más se necesita.
Innovaciones que cambian las reglas del juego en la salud de la región
La tecnología avanzada es una fuerza disruptiva que nos invita a repensar por completo la forma en que se organizan sistemáticamente los procesos en el sector de la salud. En 2016, un mapeo de CBinsights, identificó 106 startups que utilizan algoritmos de inteligencia artificial para mejorar la salud de los usuarios de sus servicios. Desde el diagnóstico, la prevención de enfermedades y la promoción de la salud, hasta la gestión de patologías, todos los procesos deben ser reconsiderados desde el punto de vista de la innovación.
La tecnología informática juega un rol clave para impulsar nuevos paradigmas asistenciales. El cloud computing, por ejemplo, está revolucionando los procesos con la telemedicina y los telediagnósticos. Éstos permiten consolidar modelos de cuidado de pacientes crónicos en el domicilio en función de la complejidad del diagnóstico, reduciendo así costos hospitalarios innecesarios.
Asimismo, estas innovaciones empoderan a los pacientes, permitiéndoles asumir un mayor protagonismo en la gestión y cuidado de su enfermedad. Por ejemplo, pueden brindarles acceso fácil y efectivo a su historia clínica y a las recomendaciones del tratamiento evitándoles tener que acudir al centro de salud o al hospital.
Innovación no es solo tecnología, sino soluciones creativas a problemas de salud
Es importante recalcar que la innovación no está necesariamente asociada a las tecnologías avanzadas ya que, muchas veces, un proceso de salud requiere más de una dosis de creatividad que de tecnología misma. Es el caso del balón de taponamiento uterino desarrollado por el equipo del Massachussets General Hospital, que puede salvar la vida de una mujer tras una hemorragia postparto por menos de US$5. Este método, con su simplicidad y costo-efectividad, ya está siendo adoptado en varios sistemas de salud de la región.
Las innovaciones en salud tampoco deben constituir nuevos productos o inventos innecesarios. Citando a Bill Gates, “Si lo que nos proponemos es salvar vidas humanas, necesitamos otro nivel de innovación: no solo innovación tecnológica, sino también sistémica”. Desde esa perspectiva, innovar es, por ejemplo, asegurar que algunas pruebas de diagnósticos o intervenciones costo-efectivas, como la entrega de micronutrientes para reducir la anemia, sean realizadas por trabajadores comunitarios, sobre todo en zonas rurales dispersas y de difícil acceso. Es también implementar procesos sistemáticos de mejora continua de la calidad de los servicios y de aprendizaje rápido donde se analizan datos locales, se prueban nuevas ideas y se miden sus efectos. Además, innovar es promover mecanismos de pago a los proveedores de servicios que premien la calidad y los resultados sanitarios.
Más allá de eso, es cierto que el acceso y la diversificación de la tecnología, que hace sólo dos décadas hubiera sido mera ciencia ficción, hace mucho más viable la implementación de estas innovaciones sistémicas.
En la región existen, en mi opinión, tres áreas de oportunidad para promover la innovación en el sector de la salud.
1. Se debe identificar, clasificar y escalar innovaciones existentes o en proceso de desarrollo. Tenemos que mejorar nuestra capacidad de reconocer, evaluar e introducir innovaciones en los sistemas de salud de una manera sostenible y con el propósito de maximizar los resultados sanitarios por cantidad de dinero invertido.
2. Se debe combinar tecnologías de otros sectores y aplicarlas a la salud. Pensemos, por ejemplo, en la utilidad que tienen los datos de voz y de textos para elaborar mapas detallados de movimientos de la población, permitiendo ubicar geográficamente centros de atención durante brotes epidémicos o desastres naturales. También hemos visto ya la aplicación de tecnologías genéticas, nucleares o de inoculación con bacterias para combatir las enfermedades transmitidas por mosquitos (ETM) como el dengue, Zika y Chikunguña. Otro caso notable es la tecnología de impresión 3D para los implantes de huesos.
3. Se debe tomar la innovación como un valor crítico en nuestras políticas e instituciones. Esto implica adoptar procesos intencionales para innovar a nivel individual e institucional, invertir en capital humano en áreas nuevas, ser abiertos a la experimentación y compartir lo que estamos aprendiendo con otros stakeholders. Desde el Banco Interamericano de Desarrollo buscamos promover las oportunidades para que los países de América Latina y el Caribe sigan innovando y para facilitar el diálogo crítico en el sector de la salud.

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